Quiénes somos
Los primeros años de la Pastoral de la Salud y la Vida
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Al igual que la vida humana, la vida de las distintas organizaciones eclesiales nace gracias al influjo del Espíritu Santo, que es dador de Vida, pero son sus integrantes los encargados de construir y afianzar lo que primero es llamado, y luego respuesta generosa, que busca desplegar en el tiempo lo específico de su misión. Estas etapas se van cumpliendo en el tiempo y, como todo acontecer histórico, son detectables a través de ciertos hitos, sin que por ello pierdan simultaneidad. A la vez, son enriquecidas con ciertos elementos materiales que expresan una fuerte simbología, sacramentalizando así una acción nacida y sustentada por la oración, la reflexión y la entrega generosa.
En 1985, el padre Roberto González Raeta, al tomar posesión de la parroquia San Vicente Ferrer, comienza a desplegar una labor de revitalización de las distintas organizaciones parroquiales. Entre ellas se encuentra el Apostolado de la Oración, nacida en los últimos años del siglo XIX bajo el lema "Colaborar en la redención del hombre por medio de la oración". En una primer acta, que consideramos como origen de la Pastoral de la Salud y la Vida, la propuesta que surge es continuar el rezo del Santo Rosario, y organizar las visitas a los enfermos domiciliarios y hospitalarios. La oración lleva a la acción, en este caso en forma muy concreta en la asistencia a los enfermos.
Aquí se inicia y aquí se define su particular misión. Durante los primeros años, a través de las actas, se van perfilando las necesidades y también los logros, las distintas etapas de maduración y de realización.
En el año 1987, tras dos años de aquella primer acta, el párroco nos recuerda que "oración sin obras no es oracion fecunda". Predica el P. Roberto la necesidad de una atención coordinada, con formación específica para la Pastoral de Ancianos y Enfermos, junto con el apoyo espiritual a enfermos terminales y sus familias. Es menester entonces encarar el trabajo como comunidad eclesial, pero también es necesaria una formación que responda a las singulares características del enfermo, quien está como nadie cercano a la Cruz de Cristo.
La inquietud, la propuesta, la invitación, y también la respuesta generosa se van presentando, pero es necesario desplegar a lo largo del tiempo la estrategia más eficaz, para que el esfuerzo no sea en vano, y se logren los objetivos buscados, es decir, organizar la labor asistencial a los enfermos hospitalarios, domiciliarios y también la asistencia a los hogares de ancianos.
Reunidos los integrantes del "Área de la Caridad" –Apostolado de la Oración, Vicentinos, Hogares de ancianos y niños– y dentro del Plan Pastoral, se establecen líneas de trabajo, a través de la formación de dos grupos básicos. El objetivo es apoyar a los enfermos y a sus acompañantes con presencia diaria, pero organizada. Se invita por tanto a una mayor disponibilidad. Por otra parte, las interesadas, las que se sienten llamadas, deberán tener una charla previa con el asesor, en este caso el P. Roberto, y posteriormente participar en reuniones de preparación.
La preparación para el voluntariado se realiza de varias maneras; entre ellas se destaca la presencia, en diciembre de ese mismo año, de religiosas encargadas de la atención de enfermos, que aportan, a través de sus propias experiencias, consejos en el sentido de no descuidar un trabajo de interioridad, de oración constante, permitiendo una actitud paciente y amable que allane dificultades y predisponga al enfermo a una actitud de apertura. También, a través de diversas lecturas, como el folleto "Cristo y los Enfermos" (abril de 1988) y sin descuidar la lectura de las encíclicas papales o los documentos del Concilio Vaticano II. Es interesante destacar que, en el caso de las personas que visitan enfermos hospitalarios, se aconseja, siempre a través del asesor, la conveniencia de presentarse al Director del Hospital.
Este espacio se consolida con la colocación de una imagen de la Virgen de Luján, que perteneció a la Sra. Concepción de De Luca, abuela de la secretaria Martha de Francioni, en el hall del Hospital Rural de San Vicente en agosto de 1988. La presencia en el área de salud se pone de manifiesto también en el mismo Hospital con el acto de entrega de diplomas de enfermeros egresados.
Así como la Samaritana que, al encontrar a Jesús, necesita participar a su coterráneos del suceso, también se decide invitar a otras parroquias vecinas para integrar nuevos miembros en esta misión de visitar y llevar consuelo a los enfermos. Con esta intención se realiza una reunión con presencia de las parroquias de Glew, Guernica, Alejandro Korn y San vicente en diciembre de 1988. Se vuelve sobre un tema recurrente, que es: junto con el entusiasmo y la disponibilidad de las interesadas, es necesario ejercer organizadamente esta tarea de servicio, comprometiéndose a cubrir distintos horarios en la semana. Se recuerda también la conveniencia de que el grupo que actúa en el Hospital Rural de San Vicente lleve un cuaderno de comunicaciones.
En la primeras actas del año 1989, por primera vez el resumen de la reunión expresa: "Se reúnen miembros del Apostolado de la Oración pertenecientes al grupo de voluntarias hospitalarias. Las que en cantidad de once personas tuvimos oportunidad de intercambiar experiencias en la labor iniciada". Hasta ese momento, a las mujeres dedicadas al servicio de los enfermos se las mencionaba como "el grupo que ha optado por la atención de enfermos". Sin embargo, a partir de 1989 recibirán un nombre propio: son las "voluntarias", su misión es clara, su especial disponibilidad, precisa. Han elegido y han comenzado a transitar su propio camino, el que su vocación les ha indicado.
El año 1989 resulta ser un año de balances, habida cuenta que el 28 de octubre se aprestan a festejar el centenario del Apostolado de la Oración. Y, precisamente, la concreción del grupo de atención hospitalaria es considerado como uno de los logros obtenidos. Dentro de las actividades por el Centenario se programa el cursillo "Higiene y Bienestar del Enfermo" entre mayo y junio, con la disertación de la doctora María Laura Soloaga y el padre Roberto González Raeta. Se continúa así con la labor de procurar una cada vez mejor preparación a las voluntarias.
En octubre de este mismo año se lleva a cabo una encuesta para evaluar las distintas Instituciones, en cuanto a sus tareas específicas y al trabajo de sus miembros. La intención de esta evaluación no es fiscalizar las acciones o mirar hacia atrás con la tentación del que abandona la tarea, sino saber cuánto se ha recorrido en el camino trazado y cuánto falta aún por recorrer. En el caso del Apostolado de la Oración, se pone de manifiesto que el grupo de atención a los enfermos ha ganado un lugar de relevancia, a través de sus logros y también a través de objetivos cada vez más ambiciosos, de integrarse en una verdadera Pastoral Orgánica, cuyos presupuestos básicos son la renovación, el diálogo y el estudio.
En la primera reunión del año 1990 (Acta 39) se destaca el reconocimiento del asesor a la labor desarrollada en el hospital Ramón Carrilo: la especial dedicación de las voluntarias ha dado sus frutos, tanto en la tarea práctica como en la ayuda espiritual -sólo en el previo mes de noviembre se han registrado 75 Unciones, la mayor parte en Guernica y Longchamps-.
El propio grupo de voluntarias expresa una profunda necesidad de contar con un conocimiento específico, como condición casi imprescindible para el desarrollo de sus tareas, de acuerdo con las consignas originales del voluntariado. Se propone, por lo tanto, las siguientes actividades: visitar con participación de la comunidad al Cottolengo de Don Orione; asistir, con las hermanas de la Clínica Modelo, a una charla sobre el cuidado de los enfermos en abril; atender necesidades que vayan surgiendo en el hospital, como por ejemplo la celebracion de la Eucaristía en el aniversario del fundador; también, favorecer la difusión del voluntariado, a través de contactos con grupo de voluntarias que se están formando en la Municipalidad.
Además, se aconseja la obtención de un espcaio físico dentro del hospital, para guardar los elementos personales requeridos en las horas del voluntariado. El tener un lugar concreto dentro del Hospital significa que las voluntarias no van "de visita", sino que "están allí", forman parte de una realidad de asistencia, de ayuda, de presencia y de sostén espiritual.
También es interesante resaltar que dicha Acta 39 se deja abierta para continuar en la reunión del Apostolado de la Oración, que tratará otros aspectos de su actividad, poniéndose una vez más de manifiesto la relevancia que va ganando el grupo de voluntarias hospitalarias.
Casi al culminar el año, preparando la procesión del 8 de diciembre, se prevé que esta se congregue en el Hospital, llevando hasta la parroquia aquella imagen de la Virgen entronizada en agosto de 1988. Así, se continúa el acompañamiento a la comunidad sufriente con la amorosa presencia de la Madre, siempre requerida o recordada por todo emfermo en su lecho de dolor... cuando en los primeros tiempos no se veía ni un crucifijo en las paredes. El primer crucifijo fue colocado en el hall del hospital en el año 1986, donado por el señor César Robertis, quien, anciano y enfermo, quiso remediar la falta de un crucifijo entregando el suyo, con una cruz muy sencilla pintada de rojo, y que por muchos años presidió el hall de entrada, como muchos recordarán...
Pero además, en esta reunión se presentan con nombres y apellidos a los miembros del Apostolado que forman parte de ese grupo de voluntarias hospitalarias, como una forma de reconocimiento a un trabajo cada vez más destacado. Entre ellas, las primeras en dar el sí, se encuentran los nombres siguientes: OFELIA LLORENS, GRETE CERAGIOLI, DORA TREUSI -ya fallecidas- y las orantes, señoras SEGUNDA GARCÍA, las hermanas ELVIRA Y CONCEPCIÓN FLEYTAS y BLANCA QUILICI. Más tarde, seguirán otras como CARMEN VALLS, y las orantes que hoy nos acompañan: señoras APOLONIA ROJAS, MARÍA ELENA PUCHI y EVANGELINA RUIZ.
En los primeros testimonios del año 1991 se presenta un cambio: El padre Francisco Rocchio será el nuevo asesor y alienta a las Socias del Apostolado de la Oración a difundir el trabajo de las Voluntarias en orden a incrementar el número de adherentes. Al asumir como párroco, agradece a su antecesor, padre Roberto González Raeta, la labor realizada, presentándolo como "aquel que diera un fuerte impulso a la institución del Apostolado de la Oración, especialmente en la tarea de servicio al Enfermo en el Hospital, propiciando el voluntariado interparroquial". Este reconocimiento no es mero uso de fórmulas de despedida al anterior párroco, sino que en forma sintética y precisa resume una labor que ha empezado a dar frutos.
En todos estos hechos es esencial descubrir el proceso de Gracia que el Señor nos ha dado, siempre acompañadas por la oración en comunicación, comunión y comunidad para caminar orgánicamente en el Amor, unidas con nuestro asesor, en espíritu diocesano.
Hoy, como ayer, la gratuidad humana es la levadura de la acción de los Voluntarios, "signo de la presencia de la Iglesia en un mundo secularizado. Y, llamados a expresar el sentido del don, de la gratuidad y de la solidaridad, en respuesta a la lógica del beneficio a toda costa, del dar para recibir, de la explotación que no mira a las personas." (Mensaje del Papa Francisco para la XXVII Jornada Mundial del Enfermo - 11 de febrero de 2019).
Este DON DE LA GRATUIDAD, trabajado a través del diálogo claro, sincero y humanizador, permitirá que podamos responder, con espíritu samaritano,
"QUE NADIE SUFRA SOLO"